miércoles, 17 de septiembre de 2008
Marchas, sindicatos y autoridades educativas...
Escrito por Medardo Tapia Uribe
La semana pasada, sin mucho ruido, como corresponde a un país que dejó atorada su democracia en algún lugar de la retórica y no en una forma de gobernar democráticamente, nos recetaron otros tres incrementos más a la gasolina. Súmeselos a los del gas y de la luz. También supimos que sacamos otro primer lugar. No se trata de alguna medalla olímpica rezagada ganada en la mesa por nuestra buena actuación en China. La Cepal nos adjudica el primer lugar en menos crecimiento de América Latina. Hace seis meses orgullosamente superaríamos a Haití, pero no hoy. Hoy sabemos, ya con seguridad, que seremos el país de América Latina que menos crecerá económicamente en este año. Así que a la inseguridad y las marchas, seguramente podremos agregarle que seremos el país que menos creceremos. Ah… no creceremos mucho económicamente, pero nuestra inflación sí crecerá, al doble de lo previsto.
Algo que también siguió creciendo en Morelos fueron las marchas y cierres de escuelas y casetas en contra de la Alianza por la Calidad de la Educación. Algo de lo que tampoco podemos sentirnos orgullosos, pero llegaron hasta la caseta de peaje del Distrito Federal y también se celebró aquí en Cuernavaca una reunión con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Ya sabe usted la CNTE con “C”, no el SNTE.
Una vez que el problema educativo ha tomado alcances nacionales, nuestros funcionarios locales se amparan en sus dimensiones y dan a entender que los maestros de Morelos simplemente siguieron “instrucciones” de la CNTE. ¿Usted cree? El secretario de Gobierno señala que el conflicto es gremial. Ojalá y lo fuera y alcanzara la transformación del SNTE. Se le olvida que lo firmó el Ejecutivo federal con la líder “moral” entre comillas del SNTE.
Cabría preguntarle al gobierno estatal por la calidad de la educación y de las normales, quizá sólo seguir las instrucciones federales. En el marco del federalismo educativo esto es muy pobre.
Mientras tanto, los niños de las escuelas primarias públicas siguen sin ir a clases. ¿No sería más deseable, en el marco del federalismo educativo, negociar con los maestros nuestro propio acuerdo por la calidad de la educación, así como generar nuestras iniciativas y proyectos para contribuir a lograr esa calidad?
Entre los estudiosos de la educación circula desde hoy un manifiesto elaborado por investigadores del Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav, del Instituto Politécnico Nacional, y se nos invita a sumarnos a un “No a la reforma curricular improvisada”.
En este manifiesto se señala que “la SEP ha otorgado a la dirección del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación facultades excesivas no sólo para definir políticas educativas, sino también para fijar orientaciones pedagógicas”. Además se dice también que “El aporte sostenido de profesores en servicio, de especialistas y de investigadores a la educación del país ha quedado excluido por los intereses políticos coyunturales del gobierno federal y la burocracia sindical”.
¿Cómo ve? ¿Le resulta parecido o relacionado a lo que está ocurriendo en Morelos y que ha logrado convocar a la disidencia a lo que hace el SNTE y lo que propone el Acuerdo por la Calidad de la Educación?
El mismo manifiesto en contra de una reforma educativa improvisada cuestiona también al programa sectorial de educación “la reforma curricular integral de la educación básica centrada en la adopción de un modelo educativo basado en competencias” y destaca los siguientes problemas: que requiere de una mayor fundamentación y deliberación; que agravaría en lugar de corregir los problemas existentes; que se hizo sin una evaluación a fondo del currículo de educación básica; que es falsa la disyuntiva para los maestros entre desarrollar competencias o apropiación significativa de contenidos; que es errónea la decisión política de disponer de una reforma curricular en plazos perentorios, sin que la SEP asuma la responsabilidad de garantizar su calidad y consistencia; y que a propósito de las evaluaciones nacionales tan en boga, “Los maestros y los equipos que intentan innovar para responder a las necesidades de las poblaciones atendidas en estos casos enfrentan normas y evaluaciones externas que ignoran su especificidad; que las acciones previstas para el Sistema Nacional de Formación Continua y Superación Profesional de Maestros en Servicio no representan alternativas reales para potenciar sus servicios, a la luz de las evaluaciones con las que se cuenta; y que ninguna reforma curricular puede mejorar la práctica pedagógica y sus resultados si enfrenta obstáculos derivados de la operación del sistema escolar.
Finalmente nuestros colegas del DIE, Cinvestav señalan que “un cambio profundo en la educación básica requiere de un replanteamiento substancial de las bases legales y normativas que regulan las funciones y atribuciones del SNTE” y que la SEP no puede renunciar a sus “facultades inalienables” ante los intereses particulares de la organización sindical y otras entidades privadas”. Y por favor, dígame usted que hace nuestra propia autoridad educativa estatal ante esto. ¿No podemos contribuir a enfrentar esta situación o simplemente somos receptores de instrucciones?
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